Por CHRIS MEGERIAN y ZEKE MILLER
WASHINGTON (AP) — Las luchas internas y las traiciones que plagaron el primer mandato del presidente Donald Trump han regresado para amenazar el segundo, con fisuras cada vez más profundas sobre comercio, seguridad nacional y cuestiones de lealtad personal.
La última tormenta amenaza con envolver al Pentágono, donde el secretario de Defensa Pete Hegseth ha expulsado a asesores de alto nivel y enfrenta una nueva polémica por compartir información sensible sobre ataques aéreos en Yemen fuera de los canales clasificados. Un exportavoz del Pentágono que fue destituido la semana pasada escribió en Politico que Trump debería despedir a Hegseth por comandar un “colapso total”.
Hegseth se mostró crítico el martes en Fox News Channel, donde fue conductor de fin de semana antes de entrar en el gobierno de Trump, culpando a quienes solían trabajar para él.
“Esas personas que filtraron información, que han sido expulsadas del edificio, están intentando ahora filtrar información y sabotear la agenda del presidente”, afirmó.
El drama interpersonal no es —al menos por ahora— una trama principal en el regreso de Trump a la Casa Blanca. Pero su reaparición después de un período de relativa disciplina en sus filas refleja un estilo de gestión turbulento que ha sido suprimido o encubierto, no reformado.
El equipo de seguridad nacional de Trump se vio sacudido recientemente por la visita a la Oficina Oval de Laura Loomer, una teórica de la conspiración de extrema derecha que ha estado cuestionando la fiabilidad del personal del mandatario. El presidente republicano despidió a algunos de los funcionarios, lo que envalentonó a Loomer para continuar investigando a personas en toda la administración.
En una entrevista con la periodista independiente Tara Palmeri publicada el lunes, Loomer se burló de la idea de que la Casa Blanca es “una gran familia feliz”.
“Los asesores no se llevan bien entre ellos”, señaló. “Los jefes de las agencias no se llevan bien entre ellos”.
Problemas con los aranceles causan fricción para el equipo de Trump
Gran parte de la tensión está relacionada con la decisión de Trump de usar los aranceles para reequilibrar la economía global, con funcionarios que a menudo se contradicen entre sí y que, en ocasiones, recurren a los insultos. Elon Musk, el empresario multimillonario que asesora a Trump y cuyas empresas podrían sufrir por el alza de los costos derivada de los impuestos a las importaciones, criticó duramente a Peter Navarro, el principal asesor comercial del presidente, calificándolo de “más tonto que un saco de ladrillos”.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, desestimó la idea de una creciente disensión dentro del gobierno, afirmando que hay “muchos más ejemplos de que el equipo del presidente trabaja con entusiasmo y de manera colaborativa para avanzar en los objetivos de la administración”.
“Los números y resultados de esta administración hablan por sí mismos”, declaró. “El presidente y su equipo están haciendo su trabajo”.
Trump siempre ha tenido una alta tolerancia al caos, rehuyendo de las deliberaciones políticas tradicionales para dar cabida a opiniones divergentes y considerando la imprevisibilidad como una herramienta de negociación. Lleva años fomentando una atmósfera competitiva entre los miembros de su equipo, que a menudo son elegidos por su devoción y tendencia a la agresividad.
Pero ahora el aumento de las tensiones pone de manifiesto el riesgo de una mayor agitación en los próximos meses, mientras Trump sigue adelante con una drástica reforma de la burocracia federal, del comercio internacional y de la política exterior, entre otros aspectos.
John Bolton, quien se desempeñó como asesor de seguridad nacional en el primer mandato de Trump antes de escribir un libro revelador crítico cib el círculo íntimo del mandatario, apuntó que el drama refleja la falta de una ideología consistente y la inexperiencia de muchos funcionarios de la administración.
“Lo único que tienen en común es la creencia de que deben mostrar lealtad personal a Trump”, afirmó Bolton. “Eso les consiguió el puesto. Eso puede, de hecho, mantenerlos en el puesto. Pero muestra fundamentalmente lo poco serios que son”.
La situación es una prueba para Susie Wiles, la jefa de despacho de la Casa Blanca, quien ayudó a dirigir la campaña presidencial de Trump el año pasado. Se labró una reputación por imponer un nivel inusual de orden en la caótica órbita de Trump, aunque evitó cuidadosamente tratar de controlar al republicano o sus impulsos, y él la elogió como “la dama de hielo”.
En su primer mandato, Trump tuvo cuatro jefes de despacho, uno de los cuales ocupó el puesto en calidad de interino durante más de un año. El segundo, el exgeneral de la Marina John Kelly, se convirtió en un crítico acérrimo del presidente tras dejar el cargo y, durante la campaña electoral de 2024 lo describió como fascista.
La Casa Blanca cierra filas en torno a Hegseth
En su nuevo gobierno, Trump se ha rodeado de personas leales y se ha mostrado reacio a despedir a alguien por una cobertura negativa en la prensa convencional, a la que considera un enemigo. Los aliados dicen que la reticencia a hacer cambios de personal en este mandato busca negar una victoria a los críticos, incluso aunque eso suponga mantener a funcionarios problemáticos en sus puestos.
Trump desestimó el lunes los reportes de que Hegseth participó en un segundo chat grupal para hablar de ataques aéreos pendientes en Yemen el mes pasado. El primero, en la aplicación de mensajería encriptada Signal, incluyó a altos funcionarios del gobierno y al editor de The Atlantic, quien fue incluido accidentalmente en la discusión.
El segundo, reportado por primera vez por The New York Times el domingo, incluía a la esposa de Hegseth, quien no trabaja en el gobierno; y a su hermano y a su abogado personal, que sí trabajan en el Pentágono.
“Lo mismo de siempre”, dijo Trump ante las preguntas de los reporteros durante el acto de búsqueda de huevos de Pascua en la Casa Blanca. Afirmó que Hegseth está “haciendo un gran trabajo” y “son solo noticias falsas”.
Leavitt, en una aparición en Fox News Channel, defendió a Hegseth atacando a las personas que trabajan para él.
“Esto es lo que sucede cuando todo el Pentágono está trabajando en tu contra y contra el cambio monumental que estás tratando de implementar”, declaró. El comentario de Leavitt fue compartido por una cuenta oficial del Departamento de Defensa en redes sociales.
Leales a Trump, y no solo demócratas, apuntan con el dedo
Pero algunos de los que han alzado la voz estaban entre los principales asesores de Hegseth.
John Ullyot, quien era vocero del Pentágono hasta que se le pidió que renunciara, escribió en Politico que “es difícil que el secretario de Defensa Pete Hegseth permanezca en su cargo por mucho más tiempo”. Agregó que “el presidente merece algo mejor” y que “muchos en el propio círculo interno del secretario aplaudirán en silencio” si éste es cesado.
El desorden se extiende por las altas esferas del Pentágono. Tres funcionarios —Dan Caldwell, Colin Carroll y Darin Selnick— fueron expulsados recientemente y emitieron un comunicado en el que afirmaron que se había “difamado nuestro carácter con ataques infundados al marcharnos”.
Hegseth no negó los reportes acerca de que utilice la app Signal, pero añadió: “Qué gran sorpresa que unos pocos filtradores sean despedidos y de repente aparezcan un montón de artículos difamatorios”.
Los planes arancelarios de Trump también han sido una fuente de estrés dentro del gobierno, que ha menudo han derivado en mensajes contradictorios y confusión política. Navarro insistió en que no habría negociaciones, contradiciendo la insistencia del secretario del Tesoro, Scott Bessent, de que los gravámenes buscan fortalecer la posición negociadora de la Casa Blanca.
El presidente retiró parcialmente de sus planes, pero no antes de que Navarro y Musk iniciaran un enfrentamiento abierto. Navarro dijo que Musk estaba “protegiendo sus propios intereses” al oponerse a los aranceles y describió a Tesla, la automotriz del multimillonario, como un “ensamblador de autos” que depende de la importación de piezas del extranjero.
Musk, quien asesora a Trump en la reducción de la burocracia federal, respondió diciendo que Navarro era “realmente un idiota”.
Leavitt restó importancia a la disputa afirmando que “los chicos son así”.
“Dejaremos que continúe su disputa pública”, dijo a los reporteros. “Y todos ustedes deberían estar muy agradecidos de que tengamos la administración más transparente de la historia”.
Trump a menudo parece más interesado en la lealtad que en la veracidad. Durante parte de la campaña del año pasado, viajó con Loomer, quien tiene un historial de ataques racistas contra los rivales del republicano y una vez afirmó que los ataques del 11 de septiembre de 2001 fueron un trabajo interno.
Tras la victoria de Trump, Loomer se frustró porque no se le permitió ayudar a evaluar al personal gubernamental. Al final consiguió una reunión con él en la Oficina Oval, a la que acudió con pesquisas sobre funcionarios de seguridad nacional que creía desleales.
Después de que Trump despidiera a algunos de ellos, Loomer ha continuado su trabajo. La semana pasada acusó a Bessent de invitar a un “enemigo de Trump” a trabajar con él en iniciativas de educación financiera.
“Se lo diré personalmente al presidente Trump y le mostraré personalmente estos recibos”, escribió Loomer en redes sociales, añadiendo que era una “vergüenza” Bessent.
Musk compartió su publicación y se sumó a las críticas escribiendo la palabra “preocupante”.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.