Por GIOVANNA DELL’ORTO
ROMA (AP) — En las bocinas sonaban canciones como “Born in the U.S.A.” y “American Pie” mientras seis cardenales electores de Estados Unidos se reunían en Roma el viernes para compartir sus opiniones sobre la elección del primer papa nacido en ese país, el cardenal Robert Prevost.
“Miré a Bob … y él tenía la cabeza entre las manos y yo rezaba por él, porque no podía imaginar qué le sucede a un ser humano cuando se enfrenta a algo así”, recordó el cardenal Joseph Tobin, de Newark, Nueva Jersey, sobre el momento posterior a que emitiera su voto en la Capilla Sixtina. “Y luego, cuando aceptó, fue como si hubiera sido hecho para él”.
Un día después de que Prevost —nacido en Chicago— se convirtiera en el papa León XIV, los cardenales se reunieron en un escenario decorado con la bandera de Estados Unidos y una bandera del Vaticano en el Pontificio Colegio Norteamericano. La institución para seminaristas estadounidenses, ubicada en la cima de una colina, se encuentra a poca distancia de la Basílica de San Pedro, donde León XIV pronunció su primer discurso al mundo el jueves por la noche en su papel de nuevo líder de los 1.400 millones de feligreses de la Iglesia católica a nivel mundial.
Los cardenales destacaron que su nacionalidad estadounidense no fue un factor decisivo en la elección, especialmente en el cónclave con mayor diversidad geográfica de la historia, aunque muchos se regocijaron por ello.
“El hecho de que haya nacido en Estados Unidos de América, ¡vaya!, es una sensación de orgullo y gratitud para nosotros”, expresó el cardenal Timothy Dolan, de Nueva York.
Pero Dolan y otros agregaron que la experiencia de León XIV como agustino, al igual que su ministerio en Perú —donde además se naturalizó peruano— y su liderazgo del Dicasterio para los Obispos del Vaticano lo convirtieron en un “ciudadano del mundo”.
“En un sentido muy concreto, en su vida el cardenal Prevost ha sido en esencia un misionero, en todos los sentidos”, opinó el cardenal Robert McElroy, de Washington.
Expresaron también que León XIV podría tender puentes con todos los gobernantes mundiales, incluido el presidente estadounidense Donald Trump. Los obispos católicos estadounidenses han tenido una relación tensa con Trump, especialmente por la represión hacia los migrantes, y el papa Francisco tuvo enfrentamientos con él desde su primera candidatura presidencial.
Pero lo que más preocupaba a los cardenales en el cónclave era “quién de nosotros puede unirnos, quién entre nosotros puede fortalecer la fe y llevar la fe a lugares donde se ha debilitado”, observó el cardenal Wilton Gregory.
Previamente, el primer prelado afroestadounidense en asumir el rango de cardenal bromeó al decir que él y León XIV habían conversado “de un sureño de Chicago a otro”.
Estados Unidos tuvo 10 cardenales con derecho a voto en el cónclave, la segunda cifra más alta de cualquier país después de Italia. En la actualidad, cuatro de ellos son arzobispos en territorio estadounidense: Blase Cupich de Chicago, además de Dolan, McElroy y Tobin. A ellos se unieron los arzobispos eméritos Gregory y Daniel DiNardo, de Galveston-Houston, Texas, así como el cardenal francés Christophe Pierre, nuncio apostólico en Estados Unidos.
Instaron a los feligreses a ver el cónclave no como una campaña política, sino como una decisión de gran importancia impulsada por el Espíritu Santo para elegir a un líder espiritual global.
“Esta no fue nuestra primera vez”, expuso Dolan al referirse a la elección de más de 260 pontífices por parte de la Iglesia en sus 2.000 años de historia. Dijo que el “éxtasis” de la multitud reunida en la plaza de San Pedro el jueves por la noche estalló cuando el tan esperado “habemus papam” —“tenemos un papa” en latín— resonó desde el balcón incluso antes de que se revelara la identidad del nuevo papa.
“Habrá un hombre en la ventana el domingo … el papa ha vuelto”, expresó Dolan en referencia a la bendición que los papas han dado desde hace mucho tiempo a las multitudes los domingos, y que León XIV —“il papa”, en italiano— tiene previsto impartir el 11 de mayo. “Es el cargo del sucesor de san Pedro lo que perdura”.
Varios de ellos se refirieron al hombre —a quien conocen desde hace años como Bob o Robert— por su nombre papal, León XIV. El viernes, bromearon entre ellos y con los periodistas —incluso Dolan y Tobin— al decir que el cónclave quizá fue breve porque la cena de la primera noche no invitaba a quedarse más tiempo.
Pero resaltaron que, en última instancia, el hecho de que alcanzara una mayoría en menos de 24 horas fue fruto del discernimiento y la gracia de Dios.
“Pudimos tratarnos con gran respeto entre nosotros, escucharnos durante las reuniones previas, y luego, cuando llegó el momento de votar, todo pareció encajar y tomar una dirección que nos puso en un camino de unidad”, señaló Cupich. “Ojalá el resto de nosotros, en nuestras vidas y en el mundo, pudiéramos tener ese impulso repentino hacia la unidad que al parecer tuvimos en el cónclave”.
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Colleen Barry contribuyó a este despacho desde Soave.
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