Un día, tras regresar de la escuela y mientras se preparaba para ir a limpiar casas con sus padres, como lo hacía la mayoría de las noches y los fines de semana; Simone Peña se enteró que la habían aceptado en Harvard con una beca completa. Recuerda que se quedó mirando la pantalla de la computadora durante unos minutos sin moverse ni hablar hasta que su madre fue a abrazarla.
“Entré”, le susurró a su madre. Los tres lloraron, celebrando un momento que nunca soñaron. Luego se fueron a desempeñar su trabajo nocturno, el sustento de la familia.
En medio de su rutina de limpieza, vivía una atmósfera subyacente de triunfo: un reconocimiento silencioso del extraordinario viaje que habían emprendido juntos desde México a Chicago cuatro años antes, cuando decidieron emigrar a Estados Unidos, huyendo de la violencia de los cárteles en su pueblo natal.
Peña, ahora estudiante de tercer año en Harvard, todavía regresa a casa cada receso escolar para limpiar casas con sus padres porque repetidamente le niegan pasantías y otros programas debido a su estatus migratorio. Incluso si se gradúa con los más altos honores en Harvard, como lo hizo en la secundaria Carl Schurz, es posible que nunca se convierta en la abogada que desea ser sin la posibilidad de obtener un permiso de trabajo.
“Me preocupa que mi título no valga la pena”, dijo Peña.
La lucha de Peña pone de relieve las duras realidades que enfrentan los jóvenes inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y sus padres. Sin un permiso de trabajo, su futuro y sus sueños profesionales se ven amenazados por la burocracia y el estancamiento político. Sin embargo, en medio de la incertidumbre, los defensores dicen que su historia sirve como un rayo de esperanza para muchos, iluminando la necesidad urgente de una reforma migratoria integral más allá de los programas de ayuda temporal para los solicitantes de asilo recientes.
El 7 de junio, Peña habló entre líderes políticos y empresariales que se reunieron para defender la reciente resolución estatal que llama a la Casa Blanca a tomar medidas para otorgar permisos de trabajo tanto a los trabajadores indocumentados de larga estancia como a los inmigrantes más recientes. El grupo, una vez más, instó al presidente Joe Biden a usar su poder ejecutivo para implementar una reforma migratoria, criticando duramente su reciente decisión de limitar las solicitudes de asilo en la frontera entre Estados Unidos y México.
Allí, detrás de un podio y ante decenas de personas, compartió públicamente su historia por primera vez. Los sonidos de aplausos resonaron en la habitación y la animaron.
Aunque Peña había compartido su estatus migratorio con algunos de sus mentores en la escuela secundaria, lo mantuvo en secreto por temor a poner en peligro la seguridad, el juicio y la vergüenza interiorizada de su familia, dijo. Pero cuando comenzó a vivir la vida en Harvard, enfrentó obstáculos que la llevaron a comprender que necesitaba hacer las paces con su realidad para empoderarla, en lugar de definirla.
“Ya terminé de vivir en las sombras. Personas como mis padres y yo merecemos reconocimiento en este país. Merecemos la oportunidad de trabajar legalmente en un país al que ya estamos contribuyendo”, dijo.
Durante los últimos dos años, se le han negado trabajos en el campus, becas, pasantías y otros programas en Harvard debido a su condición de indocumentada. Después de cada “no”, busca consuelo en los brazos de su madre. Cuando estaban a miles de kilómetros de distancia, se conformaban con una llamada telefónica.
“Le digo que Dios es más grande que nosotros y que cada ‘no’ la llevará al ‘sí’. Le digo que no pierda la fe”, dijo su madre, Beatriz Hernández. “Después de todo, ella ya llegó hasta aquí”.
Pero “el rechazo es duro”, dijo Peña. “Soy joven y sé que tengo tiempo para resolverlo. ¿Pero qué pasa con mis padres? Mi principal preocupación es cuidarlos”.
La familia decidió abandonar su amado México hace seis años luego de que su patriarca, Epifanio Peña, perdiera su trabajo, lo que les provocó perder su hogar. Aparte de las dificultades económicas, la violencia de los cárteles que asolaba su región del Estado de México los impulsó a emprender su viaje hacia el norte.
“Fue la decisión más difícil que he tomado, pero más importante era el bienestar de mi familia”, dijo Epifanio Peña, egresado de la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México y contador de profesión.
Gracias a la orientación de un amigo que vivía en Chicago, Epifanio Peña encontró trabajo en una empresa constructora, a un mundo de distancia de su trabajo de oficina en México. Después de unos meses de trabajo, consiguió un apartamento para su familia en el barrio de Irving Park, donde la familia todavía vive.
“Aunque sabíamos que no iba a ser fácil, vine aquí para trabajar y asegurarme de que mi familia estuviera segura y que mis hijas tuvieran la oportunidad de seguir una educación superior, y eso es lo que estamos haciendo, gracias a Dios”, dijo Epifanio Peña.
La mayoría de las noches, después de su trabajo de tiempo completo como trabajador de la construcción, Epifanio Peña y su esposa limpian edificios y casas para llegar a fin de mes. Durante algunos años, su esposa trabajó como madre mentora, dando clases particulares a estudiantes necesitados, pero eso fue sólo hasta que le solicitaron un número de Seguro Social válido, dijo.
“Mis padres son mi mundo. Han hecho tantos sacrificios por mí y por mi hermana”, comentó Peña.
En Illinois hay alrededor de 400,000 trabajadores indocumentados como los padres de Peña, según el Instituto de Política Migratoria. La mayoría lleva en el país un promedio de 15 años y la gran mayoría son inmigrantes mexicanos y el segmento trabajador de la población aporta $1,500 millones en impuestos al año.
En los últimos años, la administración Biden ha emitido varios programas para acelerar los programas de autorización de trabajo temporal para inmigrantes recién llegados, en su mayoría de Venezuela, Cuba, Haití y Nicaragua, en respuesta a la repentina afluencia de inmigrantes que viajan a Estados Unidos. Pero los inmigrantes indocumentados de larga estadía en el país, particularmente los mexicanos han sido excluidos incluso si huyen de situaciones similares, indicó Eréndira Rendón, vicepresidenta de justicia para inmigrantes de The Resurrection Project.
La Acción Diferida para los Llegados en la Infancia también se ha estancado, luchando contra su legalidad en los tribunales, dejando a miles de jóvenes inmigrantes en el limbo.
“Es una paradoja que Peña sea aceptada en una de las instituciones más prestigiosas del mundo y en cualquier momento la puedan deportar. O que una vez que se gradúe tal vez nunca pueda conseguir un trabajo”, dijo Rendón. “Es absurdo que personas como Peña y sus padres no sean considerados al tomar decisiones sobre los inmigrantes en este país”.
Rendón, que es beneficiaria de DACA, comenzó a impulsar la campaña ‘Permisos de trabajo para todos’ el año pasado, frustrada por un sistema que no ha brindado ayuda a más de 11 millones de indocumentados en el país desde la amnistía de Reagan en 1986. Cuando dirigió los esfuerzos para ayudar a los nuevos inmigrantes a solicitar un estatus de protección temporal y permisos de trabajo acelerados, sintió que sus padres se estaban quedando atrás.
Permisos de Trabajo para Todos es una campaña que movilizó a familias de estatus mixto, jóvenes inmigrantes excluidos de DACA, organizaciones comunitarias, empresas y líderes religiosos. Pidió al presidente Biden que autorizara el establecimiento de un programa de perdón (parole) y autorización de trabajo para trabajadores inmigrantes a larga estadía en el país.
El movimiento, ahora una resolución estatal con un abrumador apoyo bipartidista, ha impulsado el debate sobre la inmigración ante Biden a medida que se acercan las elecciones. Este martes Biden anunció una acción ejecutiva que protegería de la deportación a ciertos inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos y proporcionaría permisos de trabajo.
Peña es parte de una población de “soñadores olvidados”, jóvenes indocumentados que ahora una vez más viven en las sombras y se les disuade de seguir una educación superior porque, incluso si lo hicieran, es posible que nunca puedan trabajar en su campo legalmente. Su historia, dijo Rendón, refleja la diversidad y complejidad de la comunidad indocumentada y resalta la necesidad de que Biden brinde ayuda integral y “permisos de trabajo para todos”, no solo para los recién llegados o los solicitantes de asilo de ciertos países.
En Illinois, hay alrededor de 20,000 estudiantes indocumentados en educación superior, según el Higher Ed Immigration Portal.
La representante federal Delia Ramírez, demócrata de Chicago, dijo que Simone Peña le regaló un broche de mariposa, un ícono de la migración que se llevó a Washington, D.C., y es un recordatorio constante de por qué está en el Congreso.
“En ausencia de una acción del Congreso, no se ha hecho ningún trabajo real desde 1986, cuando los padres se convirtieron en ciudadanos, para pedirle al presidente Biden que haga lo que otros presidentes en 30 años no han hecho, que es emitir, con valentía, orgullo y sin disculpas, permisos de trabajo para todos”, dijo Ramírez durante la conferencia de prensa.
Peña apoyó a Ramírez y a varios otros funcionarios municipales y estatales que prometieron hacer de la inmigración una prioridad en la Convención Nacional Demócrata.
Aunque tenía miedo de lo que podría pasar después de compartir su historia, también la invadió una sensación de alivio, dijo. Espera inspirar a su hermana menor, Zianya, que tiene 15 años.
“Estoy rodeada de gente que me hace creer que hay oportunidades para mí”, dijo. Este verano realizará una pasantía en la Coalición Estadounidense de Inmigración Empresarial y en el Proyecto Resurrección. Su primera pasantía desde que comenzó su carrera universitaria.
Su fe, dijo Epifanio Peña, es lo que lo mantiene a él y a su familia fuertes y resilientes a pesar de los constantes obstáculos por no tener un número de Seguro Social o protección contra la deportación.
“Estamos muy orgullosos de ella y somos fieles a que todo valdrá la pena”, afirmó.
La matriarca, Beatriz Hernández, reza todos los días para que de alguna manera, algún día, los sueños de Peña puedan ir más allá de Harvard.
—Traducido por Leticia Espinosa/TCA