Francia, el país que hizo que fumar fuera sexy, rompe con el tabaquismo

Por THOMAS ADAMSON

PARÍS (AP) — Brigitte Bardot decansaba descalza en una playa de Saint-Tropez dando lánguidas caladas a su cigarrillo. Otro actor, Jean-Paul Belmondo, se pavoneaba por los Campos Elíseos con el humo saliendo de su boca desafiante, capturando la incansable rebelión de toda una generación.

En Francia, los cigarrillos no han sido nunca solo cigarrillos, sino declaraciones cinematográficas, coqueteos y rebeliones envueltas en papel de fumar.

Sin embargo, a partir del 1 de julio, si las icónicas escenas de Bardot y Belmondo se repitieran en la vida real, podrían ser sancionadas con multas de hasta 135 euros (153 dólares).

Tras hacer del tabaco algo glamuroso durante décadas, Francia se alista para su prohibición más drástica hasta la fecha. Las nuevas restricciones anunciadas por la ministra de Sanidad, Catherine Vautrin, prohibirán fumar en casi todos los espacios públicos al aire libre en los que pueda haber menores, incluyendo playas, parques, jadines, zonas de juegos, recintos deportivos, entradas a escuelas y paradas de autobús.

“El tabaco debe desaparecer allí donde hay niños”, dijo Vautrin a la prensa francesa. La libertad de fumar “termina donde empieza el derecho de los niños a respirar aire limpio”.

Si la ley de Vautrin refleja las prioridades de salud pública, también señala un cambio cultural más profundo. Fumar ha definido la identidad, la moda y el cine aquí durante tanto tiempo que la nueva medida se siente como una revolución francesa silenciosa en un país cuya relación con el tabaco es notoriamente compleja.

Según la Liga Contra el Cáncer de Francia, más del 90% de las películas francesas de 2015 a 2019 incluían escenas fumando, más del doble que en las producciones de Hollywood. Cada filme francés promedió casi tres minutos de tabaco en la pantalla, la misma exposición que seis anuncios de televisión de 30 segundos.

El cine ha sido especialmente influyente. El fumador rebelde de Belmondo en “El último suspiro”, de Jean-Luc Godard, se convirtió en un símbolo de desafío juvenil en todo el mundo. El humo del cigarrillo de Bardot flotaba a través de “Y Dios creó a la mujer”, simbolizando una sensualidad desenfrenada.

Pero esta glamurización tiene consecuencias. Según las autoridades de salud pública de Francia, alrededor de 75.000 personas mueren cada año por enfermedades relacionadas con el tabaco. Aunque las tasas de tabaquismo han bajado recientemente —menos del 25% de los adultos franceses fuman a diario, un mínimo histórico— el hábito sigue estando profundamente arraigado, especialmente entre los jóvenes y la élite urbana.

La relación de Francia con el tabaco está plagada de contradicciones desde hace mucho tiempo. Air France no prohibió fumar en todos sus vuelos hasta el 2000, años después de que las principales aerolíneas de Estados Unidos comenzaran a eliminarlo a finales de la década de 1980 y principios de los 90. La demora reflejaba la lentitud del país para romper su romance cultural con los cigarrillos, incluso a 35.000 pies de altura.

Paseando por las elegantes calles de Le Marais, el barrio más moderno de París, las reacciones a la prohibición de fumar iban desde una aceptación pragmática al desafío nostálgico.

“Ya era hora. No quiero que mis hijos crezcan pensando que fumar es romántico”, dijo Clémence Laurent, una compradora de moda de 34 años, mientras tomaba un espresso en la concurrida terraza de un café. “Claro, Bardot hizo que los cigarrillos parecieran glamurosos. Pero Bardot no se preocupaba por las advertencias actuales sobre el cáncer de pulmón”.

En una boutique cercana, el vendedor de antigüedades Luc Baudry, de 53 años, consideraba la norma como un ataque a algo esencialmente francés. “Fumar siempre ha sido parte de nuestra cultura. Si nos quitan los cigarrillos, ¿qué nos queda? ¿Batidos de col rizada?”, bromeó.

Frente a él, Jeanne Lévy, de 72 años, se rió con una voz ronda, que según dijo estaba profundamente marcada por décadas de Gauloises. “Fumé mi primer cigarrillo viendo a Jeanne Moreau”, confesó, con los ojos brillantes detrás de unas gafas de sol vintage. “Era su voz — ahumada, sexy, vivida. ¿Quién no quería esa voz?”.

De hecho, la voz ronca y raspada por la nicotina de Jeanne Moreau transformó el tabaco en poesía, inmortalizada en clásicos como “Jules et Jim” de François Truffaut. Fumar adquirió un glamour existencial que hizo que dejarlo fuera inimaginable para generaciones de franceses.

La nueva ley refleja una tendencia europea más amplia. Reino Unido, España y Suecia han implementado importantes prohibiciones de fumar en espacios públicos. Suecia impide fumar en terrazas de restaurantes al aire libre, paradas de autobús y patios escolares desde 2019. España amplió el veto a algunas terrazas de cafés, espacios que seguirán exentos en Francia, al menos por ahora.

En la plaza de los Vosgos de París, el estudiante de literatura Thomas Bouchard sostenía un cigarrillo electrónico —que está exento de la nueva prohibición— y se encogía de hombros.

“Quizás el vapeo sea nuestro compromiso”, dijo exhalando suavemente. “Un poco menos sexy, tal vez. Pero también hay menos arrugas”.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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