Por ÉDGAR H. CLEMENTE
TAPACHULA, México (AP) — Al menos cinco policías estatales murieron calcinados el lunes en un ataque de miembros del crimen organizado en la frontera sur de México, que provocó un fuerte despliegue de seguridad para dar con los culpables, informaron autoridades.
El gobernador del estado de Chiapas, Eduardo Ramírez, informó en su cuenta de Facebook que los agentes fueron “emboscados” en el municipio de Frontera Comalapa, en los límites con Guatemala.
Esa zona es una de las de mayor violencia en los últimos años por la disputa entre el Cártel de Sinaloa y el de Jalisco Nueva Generación por controlar una área clave en el tráfico de armas, drogas y migrantes desde Centroamérica.
El gobernador no dio cifra de muertos pero dos funcionarios estatales, uno de la fiscalía y otro de Seguridad Pública, indicaron por separado a The Associated Press que, al menos, hubo cinco policías fallecidos. Los dos pidieron el anonimato por no estar autorizados a dar declaraciones.
El funcionario de la fiscalía agregó que los agentes fueron atacados con lanzallamas, lanzagranadas y otras armas de alto poder.
En un acto público en un municipio cercano al lugar del ataque, el gobernador quiso mostrarse firme ante el crimen y garantizó que la respuesta sería contundente.
Casi de forma inmediata, la Secretaria de Seguridad informó del despliegue de un millar de efectivos para dar con los atacantes.
La fiscalía confirmó que abrió una investigación pero ninguna de las dos dependencias se pronunció sobre el número de víctimas. Tampoco sobre el grupo al que podrían pertenecer los atacantes.
En Frontera Comalapa inician dos de las seis rutas identificadas por el Ejército mexicano como las utilizadas por los cárteles para sus actividades.
En los últimos años, la violencia dejó pueblos sitiados por los delincuentes, escenas de homicidios que no eran habituales en esa región, carreteras intransitables y forzó el desplazamiento temporal de miles de personas.
Desde diciembre pasado, cuando inició la nueva administración de Ramírez, del oficialista partido Morena, el gobernador declaró un combate frontal al crimen organizado y creó un grupo policial de élite, los Pakales, integrado en su mayoría por exagentes de la extinta Policía Federal y exmilitares que fueron presentados como el modelo para pacificar el estado aunque ya ha habido denuncias de presunta corrupción en su seno.
En los últimos meses se han multiplicado las detenciones y la situación se ha tranquilizado en ciertas áreas pero, según alertó el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de la Casas en un reciente informe, esta pacificación que proclaman las autoridades parece deberse a la mayor militarización de la región y no al desmantelamiento real de los grupos criminales.